Antes de opinar recuerda que tú has venido hasta aqui y que yo no te he invitado.

sábado, 27 de diciembre de 2014

Las estrellas a veces se equivocan.

 Hoy el horóscopo me ha dicho que soy una luz difícil de apagar, y si lo hace, se vuelve a encender. Mi luz no se ha apagado nunca, es cierto. No creo que ninguna lo haga. Y si lo hace es irreparable, se apaga para romperse al rato.
 A veces, cuando me escondo en lo más fondo de mi (siempre he dicho que no tengo fondo, entenderlo como metáfora) encuentro una iluminación más estropeada. Quejosa. Ahumada. Está bailando. Baila a la sombra. Y mientras yo, dejándome llevar por mi cuerpo (por que ya no soy yo joder) por su movimiento, me dejo engañar como una niña boba. Y no acudo al auxilio de la llama, luz tililante. Me olvido y mientras bailo dentro, por fuera lloro como nunca. Surcando esos caminitos que ya había cavado antes. Lloro y creo que está apagada. Apagadísima.
  Y en realidad baila. 

domingo, 14 de diciembre de 2014

Corto.

  Me queman los oídos, los ojos y la boca. La piel me arde. Todo lo que está en contacto con el exterior, básicamente, lo repelo. 
  Me preguntan si cuando escribo soy yo, y ni siquiera se quien soy. Sólo se que cuando hablo no escribo y cuando escribo no hablo. ¿Y si cuando escribo no es más que mi locura pataleando en mi cabeza? ¿Ansia por salir a la luz? ¿Y sí mañana, o pasado, vienen a encerrarme? Lo único que contradice mis especulaciones es la existencia de límites en mi cabeza, y en la de un loco no los hay. Ojalá ser loco.

domingo, 23 de noviembre de 2014

Angustia.

 Hace un par de noches soñé que mi casa se incendiaba, de forma curiosa, ya que no vi ni una llama, sólo ceniza incandescente. Lo realmente preocupante de aquel sueño es mi pasotismo por el inmueble y la vida ajena (no se me ocurrió pensar en rescatar a nadie). Sin embargo, corrí sin pensarlo, y a sabiendas del riesgo que suponía, a socorrer el papel en el que escribo. Sólo pensaba, y me angustiaba saber que fuese a morir como una preescritora más, como otra más que escribía en papel arrugado sus agrietados y difusos sentimientos. Una mente más, perdida en el barullo de esta vía que nadie podrá saborear. Sólo esa chispeante ceniza apreciaría la frágil mente desviada.
 Nadie más. Nunca más.

martes, 11 de noviembre de 2014

Gracias no hay de qué

'Grita más veces con palabras que es un placer escucharte' me han dicho.

 Creo que ahora no puedo escribir porque inundaría mis letras de un sentimiento tan puro, tan agradecido... Se hallarían inevitablemente impregnadas por mi típica cursilería aterciopelada. Como supongo que estará pasando.

 Puedo cambiar el chip, que es algo en lo que llevo práctica. Y volverme a hundir sabiendo que realmente es ahí abajo cuando la inspiradora te sorprende. Un camino que ya me se hasta el mapa y ahora hablo de él con tanta fluidez que no me da tiempo a procesar las palabras. Es la monotonía. Y el precio por curarte más fuerte que la medicina. 
 Yo preguntaba si se me escucha cuando grito.

(Y ojo, que hundirse no es sinónimo de tristeza)

La muerte y otras sorpresas.

   "Y la inspiradora se enmascara para ejecutar una melodía que nadie entiende bajo una lluvia que calma mi mal." Alejandra Pizarnik



  Antes de acostarme leí un rato a Pizarnik y esta noche no he dormido nada. Cada vez que cerraba los ojos una imagen de ella me venía como si la hubiese conocido en carne y hueso, aunque es en esencia y alma (si la encontró alguna vez) como realmente la he sentido. Se me aparecía en ese mundo que no es real pero tiene más realidad que lo que ven tus ojos. En ese espacio o cuarto o cajón, como lo entendáis, Alejandra sólo se limitaba a mirarme para decir más de lo que me han contado nunca. Con su pelo corto y castaño, (más oscuros eran sus pulmones), mantenía la mirada más aterradora que jamás he visto y sufrido. No hacía más que decirme (o recordarme) la verdad. Poseía unos ojos tan llenos, tan espesa la mirada que agotaba aguantarla. Realmente notaba cómo mi pecho se iba resquebrajando y de mis ojos brotaba sangre, mientras ella implacable sólo fulminaba con la mirada sin decir nada y llenando sin embargo un silencio de palabras. Palabras que apretaban y me obligaban a abrir los ojos para no caerme de la cama. Pero al volverlos a cerrar la poetisa reaparecía y me dañaba con latigazos invisibles por la cobardía recientemente saboreada que había en mis actos.
 Entonces comprendí, que eso es lo que hacía Alejandra, aparecer en los sueños de sus lectores para alimentarse de su miedo y cortedad, recordando que nadie llegará a sentir la locura en tal grado como la suya, y nadie conocerá la muerte tan de cerca como ella. 
  Podría tomar esto como un reto de Pizarnik, y comenzar cavando mis ojos.


jueves, 6 de noviembre de 2014

Bien...

19 de octubre 
 Yo para caer en una trampa no necesito un caminito de caramelos, con sólo ponerme poema tras poema caigo rendida sin pensarlo...

21 de octubre
 Creo que la única zona de mi cuerpo con vida son mis pies. Supongo que por eso bailo y acabo comunicándome a través de ellos. No se, que cuando estoy nerviosa los muevo hasta que ellos se cansen por mi. Hoy me duelen.

25octubre
 He abreviado la fecha por no emborronar todo de cosas innecesarias. Qué fácil, soplar y que se vaya todo lo que moleste. Creo que me quedaría sola y sin casa.

30octubre
 La gente cuando se ríe, ¿estará igual de vacía que yo? No logro entenderlo. Algún día me abriré en canal para ver si realmente hay algún botón de funcionamiento, que el mío está roto. Y ya de paso, reclamaré un cuerpo no tan deteriorado, no el mío que se cree viento.

4noviembre
 Si mi sonrisa está torcida... ¿Quiere decir que por dentro lo estoy?

6Noviembre
 Mira la lluvia, que está fuera y en realidad moja por dentro. Y a las hojas. ¿Se han caído o se han tirado?

sábado, 18 de octubre de 2014

Idea

Me duele el alma, y esta vez de verdad. Es un dolor sin ganas. Un dolor seco, que no deja respirar, no deja vivir. Te deja sin fuerza. Creo que si se me callase un andamio encima, no lo notaría. Como cuando vas por la calle y alguien te empuja, o cuando te agarran porque vas a cruzar y el semáforo está en rojo para peatones. No caminen. No avancen. Pausa momentánea. 
Ojalá existiese un tipex para tachar, o borrar, momentos de tu vida. Para que no duelan... Creo que soy adicta al drama. Guay.
  Punto.
  No se escribir. No se por qué escribo. No se qué hago aquí. Hola, soy Coro, tengo 17 años y me veo atrapada en un tramo sinsentido, víctima de mi adolescencia tal vez. Ojalá. Eso significaría que esto va a acabar. Hay demasiado ruido y no encuentro el botón del volumen (silencio). Menú. Configuración. Idioma: que se entienda.
  Debería reírme. Estoy en clase de química escuchando la teoría de orbitales híbridos, y mientras yo escribiendo por la hibridación de mi cabeza. Irónico. La hibridación 'sp' corresponde a mi aspecto actual: ojos sin fondo, mirada ausente, ceño fruncido y oye, un par de granos que nunca había tenido en la cara. Cejas despeinadas. Hibridación 'sp2' para mi es mi habla. No se comunicarme con el resto. Hablo queriendo decir cosas coherentes, que de verdad tienen sentido, y consigo justo el efecto contrario. Palabras vacías. O quizá demasiado llenas. Los orbitales 'sp3' son como el orden de mi mente. Ninguno. Caótico. Ruidoso.
  Ring ring: muévanse.

jueves, 16 de octubre de 2014

Dibujo en letras.

  Quise dibujar el otro día una imagen que rondaba mi cabeza. Me olvidaba de las escasas dotes que tienen mis manos para el trazo. Decidí entonces dibujar de la única manera que me atrevo, escribiendo. (Bailando ya lo hice una vez).
  Mi obra que pudo ser y no fue es una habitación bastante caótica. No hay cama, si no un colchón en el suelo con las sábanas revueltas. Sobre ellas hay libros de todos los tamaños. Unos abiertos en prosa, otros color poesía. En algunos varias líneas estaban subrayadas, como si la que lo hizo quisiera resaltar esas frases. Para que no se olvidasen en la historia o simplemente para recordarlas ella. También hay hojas arrancadas y seleccionadas cuidadosamente por todas partes. Un trabajo realmente sorprendente. Y absorbente.
 El suelo está sucio, lleno de polvo mezclado con ceniza. Cristales rotos y latas de cerveza vacías. Dos ceniceros se asfixian por tantos cigarros amontonados. Son de liar.
En el suelo también hay jeringuillas. Y chivatos vacíos. Más hojas y más libros. Y un cuerpo. De mujer, tirado en el suelo. En una mano un lápiz sin punta, en la otra un libro escrito a lápiz sin ninguna página en blanco, excepto la última, con un sola línea: murió cuando quiso.

Lloviendo.

Creo que últimamente estoy en más Ginger que en Coro, y por lo visto Ginger tiene una tendencia a la autodestrucción notable, y seguramente diagnosticada. 

(Que ya a nada le veo el sentido, que ahora todo es más oscuro)

Epitafio: murió triste.

 Ella no era triste. Ella era tristeza. Mientras fuera llovía, se sentía protegida, veía cobijo en cada gota, y abrazos en la espesa niebla. Nunca lloraba con luz, temía que su cuerpo se declarase en sequía en pleno día, a pesar de su corazón empapado, chorreando a borbotones. Sólo cuando se encontraba sola -siempre estuvo sola aún estando rodeada de gente- sin nadie que pudiese presenciar la escena, lloraba desconsoladamente, vaciando su interior para no ahogar sus pulmones en una oscura tempestad.
 Los que la conocían presenciaban cómo iba desgastándose poco a poco. Sabían que lloraba al ver sus arrugadas e hinchadas ojeras bajo dos grandes pozos negros, y dos sendas rojas cicatrizadas en sus blancas mejillas (siempre estaba fría). Nunca vivió realmente en el mismo mundo que los de su al rededor. No encajaba, no comprendía (o no quería hacerlo). La tomaban por loca.
  Pobre de ella, que su único amigo era un libro de hojas blancas, sus únicos guías libros escritos por personas ajenas, muertas todas, y su único punto de apoyo una pluma con la que escribía día y noche.
  Cuanto más seca estaba la pluma, más tormenta había en su interior.

viernes, 26 de septiembre de 2014

Eterna juventud

 Leíamos esta mañana en clase un texto del diario El Mundo en el que el escritor reflexionaba sobre el afán del hombre por no morir. Personalmente, nunca he entendido esa manía por aferrarse fuertemente a la vida. Lo entiendo, pero no la comparto. Quizá sea por eso por lo que también exista ese tópico de la eterna juventud. Por lo que personas y personas, una vez cumplidos los 40 años aproximadamente, repiten una y otra vez ese 'ojalá jóvenes otra vez'. Tengo que sonreír siempre que me dicen '¡aprovecha estos años, que luego ya los echarás en falta!' Una y otra vez. Mi sonrisa siempre va acompañada de un 'ya lo hago' y un comentario para mis adentros que le acusa de no ser muy original. Estas personas ya notan que tienen los años contados y un joven, por el contrario, ni lo intuye.
O quizá este pensamiento simplemente venga acompañado de la cultura. Todo lo que nos rodea actualmente está impregnado por ese ansia de volver a esos años en los que la vitalidad nunca faltaba, las ojeras casi no se notaban y en la piel no se distinguía ni un ápice a arrugas. Estoy hablando de la inmensa cantidad de productos de cosmética, que sirven única y exclusivamente para avisar al mundo que todavía sigues con ese aspecto juvenil. Lo digo porque en este mundo, y me atrevería a especificar en países 'desarrollados', se le ha dado una importancia y una fijación bestial a la juventud. Un ejemplo de ello, es el famoso Peter Pan, un joven que por no crecer vive en una isla mágica. 
 Si nos remontamos al antiguo egipcio, te pueden asegurar que ellos no evitaban la muerte, al contrario, ya que la vida terrenal era una simple preparación para la eterna vida junto a los dioses. Cierto es que la religión más fomentada (al menos en nuestro entorno), el cristianismo, también afirma esa supuesta vida eterna después de la muerte. Pero acabar con tu vida significaría traicionar a tu dios, el cual te la ha otorgado.
 Así pues, podemos deducir que ese afán por permanecer en la juventud es seguramente consecuencia de la cultura en la que uno vive. ¿No es Peter Pan reflejo del pensamiento actual? Nadie quiere crecer por que realmente el físico condiciona mucho nuestra mente. Nos han hecho creer que al ir sumando tus años, tu vigencia (por así decirlo) se va restando. En los anuncios, en las revistas, en las películas... Siempre aparece ahí la persona mayor que sólo está por hacer acto de presencia. La jubilación, por ejemplo, es una forma de decir que tu mente ya no está lo suficientemente capacitada como para hacer cosas que antes sí hacías. ¿Y si a los 60 tienes mentalidad de 40? Quiero decir, habría que saber diferenciar entre una juventud física, y una mental. La física es aquella que aparentas. La mental, más importante, es la cual presenta tu interior. Tus actos y pensamientos. En mi opinión, tú eliges, si ver la vejez como un simple camino a la muerte, e ir desgastándote poco a poco, o vivir eternamente 'joven' hasta que, efectivamente, mueras.

sábado, 20 de septiembre de 2014

Vida

Frío. Vértigo. Mejor me quedo aquí. Ventana abierta. Se cierra con mando. Habitación de gente normal. Habitación normal. Casa grande. Jardín grande y pueblo enano. (país aún más). Normal aquí, claro. Todo normal. Y yo me quedo aquí. No no, a la ducha. Piel limpia. Piel sucia de envoltorio. Carne. Sólo carne. Agua fría. Y caliente. Prefiero la fría. Toalla maloliente. Mi toalla. Adiós casa. Hola luna. Humo. Vapor. O humo. Bus gente y sudor. El sol. Gente. Conglomeración. Sociedad. Puaj. Atasco. Maniquíes. Estudiar. Rutina. Camino. Obedecer. ¿Bifurcación? Sólo a veces. Veo ojos que no miran. Ojos vacíos. Qué haces aquí si no vives. Estás muerta. Teléfono amigos historias. Guau. No vives. Sí vives, y mueres. Mueres. Desperdicio. Adiós. Maniquíes. Hormigas. Puaj. Adiós.

sábado, 23 de agosto de 2014

Viento en popa.

 Llevo dos años escalando la montaña más mutable que existe. He tenido que buscar, y encontrar (que no es fácil), agarres donde no los había, puntos de apoyo que sólo resbalaban, y posturas cómodas que me dejasen descansar. Una montaña que si me descuido, cambia por completo y tengo que volver a hacer inspección del terreno. Ha habido veces que incluso aparecían salientes lo suficientemente grandes como para poder dormir tranquila. O incluso correr. Otras que bajo mis pies sólo había fuego o cualquier amenaza que asegurase el no volver. 
 Pero nunca me había encontrado en esta situación. Nunca había estado agarrada sólo de un brazo con los pies al aire y a 7.000 KM del suelo. Y aún estando sólo sujeta por tres dedos, aún sabiendo que nadie va a estar ahí arriba para agarrarme y ayudarme a llegar. Aún sabiendo que en cualquier momento puede cambiar y puede aparecer una tormenta de la que no me libre de un rayo, o una brisa helada que impida que mis músculos funcionen. Aún sabiendo todas esas cosas, y más, estoy tranquila. Mi respiración es continua y puedo ver con claridad.
 Adelante, pues, a esa cascada de piedras en dirección hacia mi, ese laúd de nieve inquebrantable o esa lluvia de gritos ensordecedores. El cielo está repleto de nubes, es cierto, y no hay ni un rayo de sol. Pero es que nadie sabe que a mi el sol me ciega y me atrasa. Me bloquea. Nadie sabe que los días que salgo con una sonrisa de oreja a oreja son los días fríos. Esos días en los que respiras hondo y puedes notar la humedad en tus pulmones. Ese olor a tierra mojada y a accidentes por carretera resbaladiza. Esas nubes negras que rugen amenazantes sobre tu cabeza. Pero es que ese negro es igual al de mis pupilas. Y esa lluvia es igual a mi sangre.
 No veo la cima y el vértigo está llenando mis entrañas. Cómo disfruto con esto, joder.

(La felicidad es sinónimo de aburrimiento)

jueves, 21 de agosto de 2014

Fieras noches.

Puertas que se cierran a mi alrededor
Sonidos de cerrojos
Que no mienten que me lo dicen sus ojos
Los cierra y yo los abro
Los recibo con ardor.
Portazo tras portazo, quizá es el viento
Hay demasiada corriente
Pero firme paso firme
Siempre paso firme.
Estate al corriente, eh, que por aquí sólo hay almas dementes, activos si te metes
Furiosos si les mientes.

Siempre alerta. Mente fría.
Son sólo colegiales, que si me pillas 
Acaban todos en la guardería.
¿De qué te ríes? 
Es en serio, no acabes en su vía.
Mira, colegas pocos y mucha compañía
Que entre el abrazo de un amigo
Y el chupito del hermano siempre
Te venden por veneno.
No lo digo yo, es pura filosofía
fuerte su melodía 
No te engañes, engaña a los demás 
No vaciles no des un paso atrás.


Que te dejes de historias, que no todo es un juego. Tampoco eres ficha blanca y muchos han hecho ya su movimiento, calculado. Siempre por delante tuyo. No os voy a engañar, ya que la rima nunca fue mi punto fuerte. Como tampoco os negaré que lo he visto, el silencio. Y no para todos guarda el mismo significado.

En este juego no hay tronos campeón, y el que es listo, no lo guarda en el campo si no en su interior. 

jueves, 7 de agosto de 2014

Míamusa


 El sonido de las olas del mar, el ir y venir de la marea. La obediencia ciega del océano a la luna.... Es un comportamiento tan bonito, tan brutal.... Yo siempre quise ser pez. Salivo al pensar en sus tranquilas vidas, en la continua armonía...

 Ayer la vi, ¿sabes? A mi musa digo.
Todo poeta debe tener una musa, y el que no la tenga, nunca llegará a ser plenamente un poeta en lo que se refiere a su significado. Escribir para sentir. Estoy segura que al decir musa se os ha aparecido una imagen en la cabeza. Para muchos será algo difuso, no llegáis a saber qué es, sólo percibís la esencia. Porque hay que saber también que conseguir una musa lleva muchos años, o algo intenso y fuerte que se cruce por tu camino y que realmente naciese para ser tu musa. Los que aún no sepan de lo que hablo, paciencia y suerte. 
 Pocos sabrán ya a lo que me refiero, y sientan ahora su musa golpear la zona sensible de la cabeza, o el corazón. Quiere hacerse notar. No tengáis miedo, os acompañará para el resto de vuestras sucias y patéticas vidas. Han de saber que así es la vida del escritor, sucia. 
 No os agobiéis y leer lentamente, repetir cada línea si hace falta. Una musa es un tesoro. Es aquello que nunca deja que andes sólo, te acompaña siempre que sientas miedo, euforia o frío. Compartes con ella todo lo que te ocurre, y acabas siendo realmente dependiente de esta. Luce. Luce más que el sol y más que Marte. Más que Júpiter y sobretodo, más que Venus. Remontémonos al párrafo anterior, ahí donde decía que esta vida es sucia. Pues bien, vuestra musa nunca lo será, allá donde se esconda, será el único rincón sin telarañas y escombros. Sin truenos sin relámpagos sin trampas. Siempre hablé de un oasis, y es así como se siente una musa. En medio del desierto, de la tempestad, del huracán, existe un pequeño oasis en el que refugiarte.
 Es cierto que estoy dejando en muy buen lugar a las musas. Es un error. Os he hablado sólo de la cara bonita. Hay dos caras. Tienen carácter y son como arpías, deposita toda tu confianza en ella, pero no te sorprendas cuando haga algo inesperado y de tal giro al asunto que sólo reces para desprenderte de ella. Te arañarás, patalearás e intentarás incluso matarte para que desaparezca de tu cabeza. Te engañan y la sientes tanto que sólo puedes pedir ayuda mostrando tus ojeras. De noches y noches pensando en ella, luchando contra ella.
 Tener musa conlleva una verdadera responsabilidad.
 No confundáis musa con amor. Son imanes opuestos. Nunca, y digo nunca, os intentéis enamorar de vuestra musa. Mantenedla alejada de cualquier sentimiento similar, o acabaréis perdidos. Una musa dura más que el amor. Es la diferencia entre perros y gatos, entre caerse y estamparse. Entre enfadarse y rabiar.

Cuida de las dos.

k



Y si soy de 'esas' que os jodan...

  Malvenidos a mi zona caótica.

lunes, 21 de julio de 2014

Plaga de cerdos

 Dime tú por qué vivimos si es siempre a la sombra. Qué lógica tiene vivir si somos ratas de laboratorio, con demasiada impotencia incluso antes de nacer. Por qué tenemos que aguantar que tres putos halcones decidan nuestro 'destino', nuestras vidas, en vez de nosotros. 
 "A estos les damos un buen sueldo" "a los de aquí les hacemos sudar por poco dinero" "estos no se ni qué hacen ahí, eliminémosles" "que les eliminen estos otros"
 Me los imagino con pelo engominado, cuatro cerdos con copas de whisky medio vacías y tabaco negro en sus pulmones. Y en sus manos. Están ante una mesa con un mapa del mundo sobre ella. Como un tablero de juego: si aquí caen los dados, ese país sufrirá lo que le toque, bueno o malo. Se ríen a carcajada limpia mientras salpican con su saliva ensangrentada el mapa. El mundo. Comen sin parar y se masturban pensando en la mugre de mundo que están creando.
Escoria.
 Se que no hay respuesta posible y, a lo poco, esperanzadora. Yo sólo se que vida sólo hay una, oportunidad también hay una, y deberíamos dejar de poner nuestro culo y poner la cara. Que en lo que nos queda algo cambie, por favor. Que cambie...

viernes, 4 de julio de 2014

A ello voy

 ¿Creéis que esto lleva a alguna parte? ¿De verdad pensáis que hay una meta? Espero que no. Que no haya nada escrito y que todo pueda dar vueltas a tu alrededor hasta que se mareen las montañas. Quiero decir, vosotros, bailarines, seguro que tendréis grabado en la memoria el giro de vuestra vida. La pirueta más llena que hayáis sentido. El roce de vuestra piel contra el viento, el movimiento de tu cuello y el dejar que tu cabeza te guíe. O el pie o la mano. Que no sabes cuantas vueltas has llegado a hacer pero no lo necesitas, estás seguro que aunque hubiese sido sólo una, ha sido un mundo nuevo para los ojos de los demás, y sobretodo, para ti.
 Yo quiero que mi vida sea como eso, el giro perfecto, con vueltas incontables, y más que nunca, lleno de ese ardor en el pecho que sientes al realizarlo. Emoción creo.


jueves, 3 de julio de 2014

Poema 21


Creo que mi 'yo coherente' te odiaría, pero todos sabemos que esto roza la cordura, y que se sume en una densa nube de incoherencia.

Puedo apoyarme en Neruda,
Leer y releer los versos
De su poema 20. 

Seguir con el dedo 
Las líneas
Y notar cómo realmente los astros
Se alínean y bailan
Para él.

Sentir la misma brisa nocturna
Y vacilar con piel de gallina.

Puedo lamentarme como el poeta
(Un poeta de verdad)
Y confiar en esta noche,
Fría y veraniega,
Todo lo que no supe y ahora se.

Notar los mismos besos
Y jugar también
Con sus grandes ojos fijos.
Infinitos.

Puedo rabiar hasta decir
Basta
Y notar su ausencia como
Un latigazo bajo su inmensa
Noche.

Puedo también rasgarme
El alma
Mientras busco algo
Que ni yo se.

Repetiría mil veces a la luna
El tercer verso de la
Estrofa 13.

'Mi voz busca el viento para tocar 
su oído' 

He podido jugar con el 
Quiero y no quiero
Y encontrarme después 
Con los mismos rincones,
Pero sin él.

Podría finjir que no ha pasado
Nada
Dejar el 'y si' a un lado
Y hacer un esfuerzo.

Cambiar de musa
Y contemplar cómo es él
El que se pudre,
También en nada.

Acabaría conmigo, es cierto,
Pero no con todos.

Podría hacer eso y más,
Y siguiendo el instinto
Del escritor,
Afirmar que

'Aunque éste sea el último dolor que ella me causa, 
y éstos sean los últimos versos que yo le escribo.'

Podría.

jueves, 26 de junio de 2014

Dilliguiforme

  Normalmente pido (y aviso) que no me hagáis caso. No escuchéis a una persona desviada y con los pies borrachos como yo. Pero hoy, hoy os pido que sí, y os aconsejo que escuchéis.

 Si te sueñan las tripas y te piensan las manos, si te lloran las orejas y te hablan los ojos. Si te muerden los dedos y te corre la boca. Si escupes sólo humo y tu voz anda algo desgastada, salta. Salta para que crean que viven ante alguien loco y de diferente camino. Para que olviden que son ellos los que viven en un mundo de locos y que tú no te alejas de la verdad. ¿Es que nadie se ha parado a mirar el planeta boca abajo? ¿Y el cielo hacia el otro lado? Todos han bajado la guardia y se han enganchado a las primeras cadenas que han encontrado. Unas color trabajo, otras color droga, y otras color calle.
  Lo digo porque el otro día vi a un elefante posado sobre un pájaro, a un pingüino volando y a un camello bajo el mar. Y hoy me siento lo suficiente poco egoísta como para querer compartirlo.

 Que vivan las calles mojadas y las aves nocturnas. Que vivan tus pies sobre tu cabeza y las margaritas de un sólo pétalo. 

lunes, 23 de junio de 2014

Zas

 El segundero se repite. Me clava su voz -que por cierto, acaba de afilarla- en mis ojos. Que por eso los cierro. Que no quiero hacerle caso, que me dice que cada vez pasa más tiempo de aquello y se unen a su vez más segundos al montón de este tramo sinsentido. 
 No quiero hacerle caso porque eso significa asumir que no. Que no va a volver. El chico de antes digo; ¿ya os he contado que no soy la única con doble personalidad? Pues eso. Hay un chico de antes y uno de ahora. Y creo que me voy a callar y voy a dejar que el reloj siga doliendo y mis ojos sigan cerrados. Que por aquí ya sabemos que no voy bien.

jueves, 19 de junio de 2014

De principio a fin

 No se en qué momento mis días se convirtieron en un cuento. Un cuento con sus personajes buenos y malos. No pregunté y tampoco me avisaron. Pero oye, si nadie previene, nadie tomará precauciones. Quiero decir, no me apetece leer las páginas, no me apetece oler estas hojas. Sólo quiero cerrarlo, y cuando le dedique mi última mirada, le dedicaré la última llama. Para él solito, para poder quemarlo.
 Tampoco puedo deciros el momento en el que decidí hacer caso a los consejos de desconocidos. Pero aquí me veis, cortando las cuerdas por fin, y dejando que salga sola .(hacia dentro o hacia fuera, me da igual).

martes, 17 de junio de 2014

Demestro dos

 Quiero mirarte a los ojos y saber por lo que has pasado. Quiero que me mires de arriba a abajo y también sepas tú por lo que he pasado. Quiero que nos miren, fuera de nuestra burbuja, y no sepa nunca nadie lo que hemos pasado. Quiero que me sonrías y no como antes. Quiero que esa sonrisa me diga 'por los buenos tiempos' y brinde con entusiasmo. Quiero que mi sonrisa acompañe ese brindis e incluya muchas más cosas en él. Quiero que chille en silencio por lo que quiera brindar (y dar las gracias). Y que sea lo mismo que pida la tuya.
 Quiero que me vuelvas a mirar sin miedo a que pase nada, y que apartes la mirada no por algún motivo relevante. 
 Y sobretodo quiero que esa burbuja no se rompa y no se haga tan grande.
  Quiero una burbuja tan tintada que nadie sepa lo que ha ocurrido. Aunque ya ande un poco desgastada.
 No quiero nada, y quiero algo.

 Mientras tanto, se que vivimos bajo las mismas estrellas y respiramos el mismo aire. No es la burbuja que esperaba, pero nada es como quiero.

PD: hoy me han vuelto a recordar lo cobarde que he sido siempre

domingo, 15 de junio de 2014

He vuelto a soñar


Y sigo sin entenderme, ¿sabes? No se si es Ginger o Coro, pero una de las dos me está volviendo loca.

viernes, 13 de junio de 2014

Consejos y perdidos

 Hoy me han dicho que ya casi es verano. No me lo creía, hasta tal punto de tener que correr la cortina y echar un pequeño vistazo fuera. Se me ha caído el alma con tal impacto que me ha cortado la respiración. He tenido que volver a coserla.

 ¿Sabes? Esos problemas tuyos, que te empeñas en quemar y mancharte luego los dedos con ellos. Esos problemas que recubren tu supuesta coraza de guerrera, déjalos ya ¿no? -joder, y yo a esto qué contesto, que con el alma caída y la respiración recién cosida no tengo ni fuerzas ni ganas- que los dejes he dicho. Empieza quemando algo ingenioso y original, con la barbilla alta. ¿O es que no te acuerdas?

Escarbando encontré...

 Un laberinto con tres mil esquinas y cinco puertas. Luego también diez trampillas con escaleras de unos veintidós escalones de madera. Y chirrían. Furia se alza imponente galopando sobre el viento, gruñendo más que nunca y haciendo honores a la amazona. Nubes oscuras que chillan de rabia carrasposas por unos pulmones agotados. Sus venas se notan cuando se retuercen de dolor, brillan y un relámpago no tiene nada que hacer frente a ello. Lo que cae tampoco son lágrimas. Es sudor de su esfuerzo que se arroja pesado y con prisas. Cada gota haciendo la carrera de su vida por llegar al suelo. Ellas también sudan. Algunos ingenuos a lo lejos dirían que es tormenta. Ingenuos, repito.
 ¿Un consejo? No tropieces. El suelo es duro, pero camina con cuidado, tus tobillos flaquean sobre él, y si te caes es tan pegajoso que cuesta horrores y muecas levantarse. A los lados plantas y árboles que si te descuidas puedes acabar seducido por su aroma. Aún siendo sus abrazos como latigazos en plena Roma, engañado besas sus pies. Y veneno puro acaba recorriendo tu saliva.
 A tu alrededor, ceniza inmersa en humo, el cual te acaricia provocando que bajes la guardia.
 ¿Otro consejo? Mantén los ojos abiertos. Aves surcan los cielos rodeando tu trayectoria. Saben lo que piensas. Lo que eres. Y por eso están ahí. Actúa como ellas o acabarás creyendo que sobre tu cabeza hay tormenta y que el suelo está manchado. Porque no debes dejar que tanto alarde de oscura neblina te alarme o te ciegue. Para unos será así, pero para pocos debe ser hogar y cobijo. Esas nubes tienen truco y si las moldeas como es debido, puro algodón acariciando las copas de los pinos, grandes y acogedores. El suelo puede convertirse en reto, y las grandes aves en grandes amigas. 
 Lo único malo de todo esto es que tienes que ser tú el que elija.

 Y luego ya simple estructura de carne y hueso.

miércoles, 11 de junio de 2014

Una chispa y así

"Un día echas la vista atrás y te das cuenta de que todo ha cambiado, de que ya no vas colgándote por las ventanas ni comprobando el filo de los cristales. Que ya no sientes esas ganas de arrancarte la piel cada vez que te quedas sin aire, que tu corazón ya no se sale del pecho porque unos brazos lo aprietan con fuerza. Y no sabría deciros en qué momento exacto empecé a tenerle tolerancia a mi propia vida, qué día dejé de ver todo borroso por las lágrimas ni cual fue la primera noche que pasé sin tenerle miedo a despertarme"

¿Os acordáis de lo sola y triste que parecía? La pequeña Margarita digo


 Pues eso.

lunes, 9 de junio de 2014

Anuncio que

       Que estoy harta. De todo.




   Y por eso gruño. Que nadie se acerque porque en mi caso perro ladrador, siempre mordedor. Que os llevéis todo lo que queráis y desvaneceros rasgandoos por fuera y por dentro si cabe, sin dejar rastro. No quiero ni olerlo.

sábado, 31 de mayo de 2014

No se ya

  Al que está apagado por verdaderos motivos y al que por el contrario, no lo está porque hace ya tiempo que descartó esa opción de la baraja.


  Llevo noches sin dormir y no porque no quiera. Se me había olvidado lo que era el frío, te juro que por un momento pensé que el vacío de mi sonrisa se estaba llenando, y que por fin podría cortar las cuerdas que la sujetan para no forzarla más. Pero como todo lo que viene deprisa y bonito, desaparece rápido y feo. Oigo el viento cómo se estampa contra mis ventanas. Cómo ruge furioso y amenazante. Está enfadado, me está regañando. Pero joder, déjame un poco, sólo hoy. No le gusta la idea de las últimas cosas que he escrito, no le gusta que me vuelva tan adolescente (por eso de sentir más de lo necesario) y acabe por cojer como costumbre el estar triste. No le gusta nada, y no le gusto ni yo. 
 Me hablan de paz cuando la guerra más emtrebuscada que conozco entá en lo más recóndito de mi ser. Me hablan de paz mientras recibo puñaladas por los costados, las sienes y los párpados. Me hablan de paz, cuando yo no quiero paz. No habrá paz si no hay libertad. No habrá paz si la solución no la encuentro. La paz no existe.
  Algún día dejaré la pluma por que se que escribiendo he causado alguna que otra guerra. Pero cuando la deje, el tintero estará vacío. [gastado por mensajes escondidos -bien adentro- en cada letra]




sábado, 24 de mayo de 2014

Apuntes esquemáticos de una superviviente.

  Aunque ganes, 
  Aunque te lo lleves todo
  Sin motivo aparente,
  Seguiré.

  Aunque todo lo que me rodee
  Sean ojos de nostalgia, 
  Desesperación 
  Y perdición.
  
  Sean flores mustias 
  De antigua selva en vida,
  Polvo en suspensión
  Sin saber a dónde ir,

  Seguiré. 

  Aunque como escritora
  Me quede sin musa
  O como bailarina 
  Sin motivación.

  Aunque el futuro 
  Me juegue malas pasadas
  Y el pasado 
  Me sorprenda,

  Aguantaré.

  La ley del más fuerte
  Me ha hecho más débil,
  Y el corazón 
  No se sabe si está.

  Aunque no participe 
  En nada
  Y sólo observe 
  Sin molestar.

  La ceniza se consume
  Y no es buena señal.
  La luz se atenúa 
  Y lo hace sin parar.

  Aún sin aire y sin fuerzas
  Sin sol ni estrellas 
  Sin día
  Sin noche,

  Aguantaré.
  
  Aunque el viento 
  Ya no me bese
  Y el fuego
  Ya no me queme.

  Aunque mis gritos de socorro
  No lleguen a la orilla
  Y mi voz se rompa
  Antes de rozar mis labios,

  Seguiré.
  Aún recibiendo perdones
  Contínuamente
  Y avisos de ignorantes
  Rompiendo mis esquemas.

  Aún si me ofusco,
  Seguiré,
  para mi.




  

martes, 29 de abril de 2014

Al mal tiempo...

 Ya no espero nada, cierro los ojos tranquila sin avistar el fin de la tormenta.


"Quisiera estar alegre pero me pierdo en quimeras, no es que no quiera estarlo mierda es que no puedo."

Pulsando botón autodestrucción en 3, 2, 1...


(Pumm, fuck a todo)

Ai

 Sólo lo entendería un cubano, o el amigo de los cubanos.

Crónica de la ciudad de La Habana


Los padres habían huido al norte. En aquel tiempo, la revolución y él estaban recién nacidos. Un cuarto de siglo después, Nelson Valdés viajó de Los Angeles a La Habana, para conocer su país.

Cada mediodía, Nelson tomaba el ómnibus, la guagua 68, en la puerta del hotel, y se iba a leer libros sobre Cuba. Leyendo pasaba las tardes en la biblioteca José Martí, hasta que caía la noche.
Aquel mediodía, la guagua 68 pegó un frenazo en una bocacalle.
Hubo gritos de protesta, por el tremendo sacudón, hasta que los pasajeros vieron el motivo del frenazo: una mujer muy rumbosa, que había cruzado la calle.
- Me disculpan, caballeros --dijo el conductor de la guagua 68, y se bajó. Entonces todos los pasajeros aplaudieron y le desearon buena suerte.
El conductor caminó balanceándose, sin apuro, y los pasajeros lo vieron acercarse a la muy salsosa, que estaba en la esquina, recostada a la pared, lamiendo un helado. Desde la guagua 68, los pasajeros seguían el ir y venir de aquella lengüita que besaba el helado mientras el conductor hablaba y hablaba sin respuesta, hasta que de pronto ella se rió, y le regaló una mirada. El conductor alzó el pulgar y todos los pasajeros le dedicaron una cerrada ovación.
Pero cuando el conductor entró en la heladería, produjo cierta inquietud general. Y cuando al rato salió con un helado en cada mano, cundió el pánico en las masas.
Le tocaron bocina. Alguien se afirmó en la bocina con alma y vida, y sonó la bocina como alarma de robos o sirena de incendios; pero el conductor, sordo, como si nada, seguía pegado a la muy sabrosa.
Entonces avanzó, desde los asientos de atrás de la guagua 68, una mujer que parecía una gran bala de cańón y tenía cara de mandar.
Sin decir palabra, se sentó en el asiento del conductor y puso el motor en marcha. La guagua 68 continuó su recorrido, parando en sus paradas habituales, hasta que la mujer llegó a su propia parada y se bajó. Otro pasajero ocupó su lugar, durante un buen tramo, de parada en parada, y después otro, y otro, y así siguió la guagua 68 hasta el final.
Nelson Valdés fue el último en bajar. Se había olvidado de la biblioteca.

           El libro de los abrazos
                       De Eduardo Galeano

domingo, 27 de abril de 2014

Hábitat no recomendable

 Podría aguantar con mi estabilidad fingida, pero ¿cuánto?
 No hace falta que os diga que en cualquier momento, entre escombros y almas grises y agotadas con paso lento y desganado, llegue algo y me aplaste.



domingo, 20 de abril de 2014

Oh

Lamentablemente debo admitir que por el momento solo he logrado convertirme en una pre-escritora.
Existe entre ambos una sutil diferencia resumida en la siguiente metáfora: si un escritor nos proyecta su propia realidad como lo haría un eficiente catalejo, el pre-escritor lo hará más bien como unos anteojos olvidados en una torre de hojas secas; aunque mostrarán hermosas situaciones cuando unos rayos de luz penetren por sus viejos cristales, tarde o temprano provocarán un incendio irresponsable.

martes, 15 de abril de 2014

De no saber quién

  Míralas, cómo brillan.

 Nunca antes había sabido el amargor que se siente al escuchar los pájaros cantar, la melodía exacta de la libertad, estando uno encerrado. Vaya paradoja, te privan de la libertad impregnandote su caprichosa banda sonora sobre tu tímpano. El viento también vuela libre. No se sí lo habéis notado, pero siempre he estado un poco celosa del viento. Él puede correr todo lo rápido que quiera, sentir la adrenalina en su estómago, y la euforia más pura que exista. Puede ir a tanta velocidad que no deja de sentir la libertad en ningún momento. Echar carreras a su propia vida, gritar al mundo lo que le viene en gana, estar al borde del abismo y saltar. También puede empujar. Puede acompañar las olas del mar, sentir su olor, su braveza, su encanto. Puede chocar junto él contra las rocas, puede hacerse heridas sin sangrar. El acompañante más fiel de un ave, el enemigo mortal de un velero en plena tempestad. Qué juguetón, él, siempre junto al océano. Su océano.

¿Cuántas serán? Seguro que si te acercas a ellas, queman antes de lo esperado.

El viento también sabe ir lento. Recorrer un cuerpo entero sin que le molesten. Viajar por sus curvas y besar labios y bocas y labios. Puede ir todo lo lento que quiera, hasta ser el acompañante de cada nocturno solitario que camina por las calles de su ciudad. Esos que caminan cavizbajos, sin aparente compañía, arrastrando sus pies y con la mente en otro lugar, realmente van acompañados. Nadie puede vivir sólo. Es el viento, tan tierno, que le abraza y le envuelve en su capa con tacto a libertad, a euforia, a pureza. Eso también es verdad, el viento es puro rocío en movimiento. Un rocío que nace antes de que salga el sol, y muere a primeras horas de la mañana. Pero la esencia sigue en el viento.
Joder, qué bueno sería ser viento.

A lo mejor si las cuento...

  Creo que ahora se escuchan más fuertes. Los pájaros cantar digo. Parecen tan felices, tan satisfechos del labor que les ha tocado realizar en este mundo. Pero cómo duele escucharlos sin poder acompañarles. Retumban cada vez más en las paredes de esta celda, hasta que un día mi cabeza explote. Barrotes de carne y hueso. Que aprietan, presionan. Y joder, ¡que se callen ya esos pájaros! Hieren.

¿No parpadean?

 Si por lo menos estuviera sola tras lo barrotes. Pero no lo estoy, hay demasiado movimiento aquí dentro. Tanto movimiento que todavía no soy capaz de plasmarlo en el papel. Y el día que lo haga, se lo enseñaré al viento. Sólo al viento. Fiel amigo, tierno amigo. Porque soy todo lo que escribo y nunca enseño. Y el viento sabe quien soy. 
 Lo más curioso del caos son los sueños, demasiado abstractos. Demasiado elegantes. ¿por qué coño tendrán que aparecer ideas sin que yo las piense? He soñado que gritando iba a tu puerta. También borracha, mi primera buena borrachera. Gritaba y te pegaba. Sólo repetía una cosa: nunca [párrafo censurado por el autor].

 Sí que brillan, y parpadean también, es verdad. Creo que no puedo contarlas, son demasiadas. Quiero que sean mis amigas. Ellas y el viento. Las estrellas no paran de mirarme, o soy yo la que las mira a ellas.
 ¿Hola?

lunes, 14 de abril de 2014

¿Melancolía?

Siguiendo mi anterior entrada escrita 'a modo infantil' , prosigo con la mente de igual modo, y con nostalgia en los ojos a su vez.


  Pero tranquilos, lo vuelvo a guardar dentro. Esta vez con cerradura, y la llave la escupo.

..Demestro.

  Pago por mis pecados, por mis ralladas, por dejarme los nudillos en paredes y esas mierdas.
   
  Odio la absurda pero cierta manía que algunos tenemos de sentirnos la persona más ínfima y pequeña del planeta. Del universo. Sentir que con una ráfaga de aire puedes desvanecerte tan rápido como lo sea el viento. Desvanecerte y rendirte a su roce, mientras deja que te acoples en sus brazos para que te lleve lejos. Muy lejos. Y frágil. Sentirte tan pequeña que cada caricia sea un zarpazo para ti. De león. Con uñas y arañazos y sangre. Y duele. Tan pequeña que vas cantando para tus adentros pachín pachín pachín a garbancito no piséis, y tampoco le gritéis. Tan pequeña que te ves absurda. Y con eso basta para que los demás también vean lo absurda y patética que eres. Que andes absurda. Que camines absurda. Que grites absurda y que escribas patética. Porque ya no sabes escribir. Tampoco ves sentido a eso de mezclar letras e inventar nuevas palabras. Hoy quería algo así como demestro. ¿Qué tal el día? Bueno, va demestro. Pero al final lo he dejado. Ya no vienen y el sentido tampoco lo encuentro. El cómo mezclo las palabras digo, un sinsentido absoluto. Entonces para ti todo tiene una altura impensable, invisible. Y cierta altura hace lo que hacen las cosas altas. Dar sombra. Todo asombrosamente enorme que da sombra. Tan pequeña y a oscuras. Te acostumbras a sólo ir por lo negro e intentar esconderte mientras pachín pachín. Te escondes y eres pequeña. Lo peor es cuando te lo cres de verdad, y tan débil que intentas levantarte a ti misma pero tus brazos se te escurren y te arañas y la cara tampoco responde. Y los arañazos se notan y escuecen. Entonces las montañitas son ahora para ti montañozas. Montañas tan grandes que la cima pincha las nubes. Tan enormes que también son empinadas como nunca habías visto. Y al ser pequeña eres más niña. Y al ser más niña sólo se te ocurre cerrar ojos y boca. Y no hablar ni ver. Pero ves. Ves más de lo que quieres. Ves. Le ves. Y lo ves también. Y también hablas. En realidad gritas, pero para ellos son susurros. A los hombros en vez de un ángel y un diablo tienes a los dos con tridente afilado. Y estos también gritan, pero para ti son los gritos más sonoros que hayas podido sentir. Porque vienen desde dentro y es que también arañan. Y las heridas están dentro y cómo vas a poder curarlas. A lo mejor hay fuego y el fuego consigue cerrarlas. Ya qué más da. Sí total, esa montaña tienes que subirla y en realidad te ven grande grande y fuerte. Y no es tanta oscuridad, resulta que hay más luz que en ningún lado, pero tú te empeñas en apagarla.
  Eso, castígate y apaga la luz, Coro. Quédate a oscuras. Otra vez.

martes, 1 de abril de 2014

.,.,

 Y sí, tal vez Shirown me inspire a la hora de escribir.
                    Curioso como musa...

Sin título

"Los diques de mi mente ya no lo soportan, las grietas se engrandecen, el alma se desborda"

 Llamas que arrasan todo por donde pasan, lo desordena, lo quema, lo autodestruye. No se tú, pero yo ya me he cansado de intentar verle el sentido, quizá no lo tenga, y simplemente tengamos que dejarnos llevar. Quiero decir, la vida es imposible si la intentas controlar. 
 Tal vez sea por eso de estado mental invierno. Un invierno que en mi cabeza quema y no hiela, y en mis ojos llamea y no llora. Tal vez sea por eso de levantarme cada mañana y mirar a un espejo con un rostro casi desconocido. Digo casi porque tras esa cara cansada y esas ojeras, creo reconocer algo. A alguien. Por saber que es un uno contra uno, y el que pierde deja solo al otro. Tal vez sea por el gusto que he cogido a los días lluviosos y nublados, sin sol ni brillo. Tal vez sea por todas esas cosas, no lo se. Nunca se.
 Se vuelve a hacer tarde y aunque fuera esté oscuro, aquí todo iluminado por esas llamas. Desde mis pupilas.

sábado, 22 de marzo de 2014

De madrugada y sobre cero

 Hoy la luna muestra su mueca más indiferente. Más sola, se esconde tras la nebulosa que intenta atraparnos. O alejarla. Pero ahí está, insaciable, saboreando amargamente las patéticas e incaminadas vidas que viven lo que para ella somos sus hormigas. Y cómo es posible que se moleste siquiera en mirar rigurosamente cada paso que damos teniendo un infinito universo a su espalda. O no lo entiende, o quizá espere que algún día mejoremos. Retrocedamos, recapacitemos, pensemos. Como un libro. Un libro con mil historias dentro de una, y otras mil y una páginas. El lector siempre espera a que el desenlace llegue, y tras él un final. Mordiéndose las uñas. Ansia. Que lo arreglen ya y coman sus putas perdices con su vida feliz (asegurada) a la espera. El libro de estas historias que sólo son una se está haciendo demasiado largo. Nuestra historia tiene demasiadas páginas y todavía vamos por el prólogo.
  Quizá ella sepa que en este pequeño planeta pueda encontrar más mundos que en todo el universo entero. Una cabeza, un mundo (y a veces sin fin).Y cómo hay mundos que logran conectarse, cuando el río de uno fluye por el cauce del otro. Cuando las nubes de uno crean formas en el cielo del de enfrente. Y cómo de repente se desmorone todo y el río sea un glacial, o ya no exista ni viento. Ni susurros. Ni escalofríos.
  Y en cada mundo no cabe la más remota idea de la existencia de más mundos (¿cómo es posible que algo tan complejo nos rodee?) un mundo no tiene en cuenta las consecuencias que puede causar dejar de compartir su agua, pues el cauce por el que se arrastraba se seca y perdura a modo de señal. Porque estos mundos, estas historias, empiezan con las páginas en blanco y sólo una palabra: E G O C E N T R I S M O .
  Que no espero que me entiendas. Que no espero que me entiendan. Mi mundo es mío, y cada cosa que escribo se ha forjado antes dentro. Que ni yo lo conozco, y tú, desde luego, mucho menos.

miércoles, 19 de marzo de 2014

CCCCCCC

 Vuela. Vuela alto muy alto. Tanto, que te quedes sin respiración. Que no haya oxígeno ni aire ni color. Ni estrellas ni luz ni sombras. Vuela alto. Y cuando estés arriba, con ojos pero sin ojos, con vista pero sin ella. Vuelve. Vuelve también alto. Vuelve despacio y vuelve a gritos. Pero vuelve.
 Ni kilómetros, ni océanos. Un montonazo es un montonazo. 

                 Te quiero y lo que sigue.



jueves, 27 de febrero de 2014

Verdad a mentirijillas

Parte del trabajo de filosofía...


¿Sera todo esto un sueño? ¿Seremos víctimas de un sueño interminable, que no se acaba? Todo lo que tengo a mi alrededor, ¿será fruto de una imaginación brillante?


Es difícil saber realmente qué es verdad de lo que tienes a tu alrededor y qué no. Distinguir. Por que realmente sólo podemos saber con certeza lo que nosotros mismos vemos y hacemos. Todo lo demás, lo que te dicen, afirman o niegan, no es certero. No yéndonos muy lejos, la televisión de tu salón o el periódico mismo que sujetas cada mañana entre tus manos. ¿Cómo sabes realmente que eso es cierto? Quiero decir, sabemos que existe cierta manipulación en los medios según le venga bien a uno u otro, pero, ¿hasta dónde pueden llegar? O ¿hasta dónde han llegado? Hemos de reconocer la confianza ciega que depositamos cada individuo en 'los de arriba'. Por mucho que no estemos de acuerdo, por mucho que nos demos cuenta de ciertas injusticias, lo dejamos todo en sus manos. Posiblemente esto lo hagamos por el sistema democrático que no hace mucho elegimos. Aún así, el sistema con el que contamos en este país es totalmente cuestionable. Democracia viene de las palabras ‘demos’ (pueblo) y ‘cracia’ (gobierno): un gobierno del pueblo. Lo que da a entender la participación política del pueblo. Según la teoría, el estado debería escuchar, comprender y actuar según el bienestar de los ciudadanos. Ahora bien, ¿esto es así? No. Rotundamente no. 
  Volviendo al tema de la verdad, en este ámbito no se respira mucha verdad. Cierto es que muchos tienen los ojos más abiertos y distinguen varias mentiras. Pero desgraciadamente nunca llegaremos a saber una verdad en su totalidad. Lo más violento de todo es que estamos hablando de nuestra verdad. La verdad de nuestra vida. Podría profundizar más y hablar de las mentiras más recientes que nos incumben, tales como la inocencia de la infanta Cristina, ladrona de nuestro dinero; las innumerables cuentas en Suiza de cada personaje político, banquero, empresario y cualquier ser humano con acceso a grandes sumas de dinero; derechos que nos han prometido y luego no han cumplido. Etcétera...
  Un ejemplo muy ligado a este tema es el reportaje del pasado domingo 23 de febrero del periodista catalán Jordi Évole, "Operación Palace". Jordi lo presentó como una investigación del golpe de estado de 1981 protagonizado por Tejero. Durante el documental, se podía afirmar que dicho golpe de estado fue una estafa, algo premeditado y ensayado rigurosamente para la perpetuación y asentación de la democracia y monarquía. Para ello, personajes políticos y periodísticos confesaban lo ocurrido. Más de 5,2 millones de españoles vieron el programa, y la mayoría creyó palabra por palabra hasta el final, cuando desmienten toda la información dada.
 Esto dio para reflexionar, claro. Porque por lo menos el equipo de La Sexta reconoció la mentira, pero ¿y la cantidad de veces que han podido hacer algo así y nos hayan privado de la verdad? Reconozco que yo me lo creí.
  Más tarde, Évole afirma que comenzaron a investigar sobre este hecho histórico y había documentos que 33 años más tarde todavía no se pueden abrir. ¿Qué verdad tan entrebuscada puede haber entre esos papeles? No lo sabemos. Y precisamente eso es lo que quieren.
  De toda la vida es más fácil controlar al tranquilo, manso sujeto que al activo, culto y atento. Por eso mismo a un gobierno no le viene bien que el pueblo, la mayoría, sepan las desfachateces que se pueden lograr hacer. Cuanto menos sepamos, menos listos y por lo tanto menos reivindicativos. Por esto nos privan de la verdad.
  Podemos ver otro ejemplo, y es la injusticia que hay con las víctimas del franquismo. Lo que se ha hecho ha sido tapar con una capa negra todo lo sucedido. Tapar con una tapa negra incluso a familias enteras. Ese parece un punto débil de la justicia en España. ¿De verdad tiene que ser otro país el que exija verdad? Las fosas comunes, las tierras robadas, la riqueza en familias surgida de la nada... Intenta tapar la verdad como sea. Véase la invalidación como juez de Garzón, o a las familias destrozadas que merecen justicia.  
  Con todo y con esto, lanzo un grito a todo aquel que odie la realidad abstracta en la que vivimos, el pozo oscuro en el que nos sumergimos (y nos sumergen). Todo aquel que no soporte la ignorancia, que ponga el puño sobre la mesa, se levanta del sofá y realmente salga a la calle a pedir justicia. 

Sea o no sea esta vida real, luchemos por conocerla.
  

martes, 18 de febrero de 2014

Caiga quién caiga.

 A los que viven de noche y usan de sol una estrella. A los que ríen sólo si es necesario, y sobre todo, a los que sienten riendo y ríen sintiendo.

  
 Qué bonita es la locura, cuando no es locura. Qué bonita es la locura, si la miras al revés y sólo con el ojo izquierdo. Oh, qué bonita es. 
  Qué es sino un loco alguien quién intenta escapar. O mejor dicho, entrar. ¿No sería bonito abrir los ojos? Ay sí, y descorchar una botella a las nueve de la mañana. O mejor aún, no hacerlo y tirarla. Sí, sí, con alcohol dentro y cristales rotos. Que corten.
  Bueno, y ¿qué me dices de correr? A cada paso más rápido y más ligero. Sale todo y te deja entrar. O escapar. Explota. Explotas.
  Que lo dejes todo, joder. Que lo dejes y abras o cierres o mimes tu moral. Pero arriésgate un poco anda. Rásgate. Vives continuamente con unos labios rozando tu oreja, repitiéndote a susurros que no. Tu piel se eriza por su gélido aliento, y no. Por su voz sensual. Por que no niegues que te excita, y es que qué bien lo sabes. Que el sentido lo tiene, y haciendo caso a los demás, ni lo sientes. Prefieres soportar escalofríos a correr y desatarte. Que la locura es hermosa, y cuánto puedes saberlo, y saborearla. Deja de ver las gotas y empápate estando dentro. Y fuera. Y arriba y abajo. Sopla el polvo y échale aceite. Que no suene a óxido, no querrás aparentar algo así. Anda ve y alimenta tu corazón mecánico de lo único que es capaz de tragar. Empieza a vivir y deja de quejarte.
  Se hace tarde, me tengo que ir. Casi es de día y me tengo que ir. 
  Y por dios, acéptalo de una vez, que la locura no vuelva a olvidarse (o taparse) en ti.
                 El loco, loco es.


domingo, 9 de febrero de 2014

sábado, 8 de febrero de 2014

Ni cruz de suerte

    Dos sendas rojas que gritan a llantos lo que no puedes callar. Los cauces de ríos siempre quedan a modo de señal. Y el hueco tal vez no sea un lago seco y sea un glacial. Quiero decir, es posible que nunca te seques, sino que te hieles por dentro y haga falta algo para fundirlo y que pueda, o deba, recorrer otra vez esos cauces.
  Que con esto quiero decir que la bolsa del quinto cajón empezando desde la puerta sigue llena y con telarañas a sus lados. Que no es sino un caballo a cuatro patas (porque a dos ya es mucho esfuerzo) el que debería habérsela llevado.

jueves, 23 de enero de 2014

.Rota.

Un día te levantas, todavía a oscuras. Con el sol cansado y quejoso de tener que aparecer, iluminar, cuando en realidad lo que él quiere es encontrar a la luna y ver la noche al fin. Te levantas y arrastrando los pies, provocas el único sonido que se escucha en la casa. Arrastre de arrastrada. Otro ruido rompe con el silencio, y es el correr de la cortina de la ducha. El agua recorre tu cuerpo, gota a gota, cascadas como lengüetazos. Sobre tu piel. 
 Sales de la ducha y te miras al espejo. Pelo mojado y algo más. Pelo llorando sobre tus hombros. Miras y no te reconoces. Las gotas recorren mechones hasta llegar a las puntas. Cesan, como si no quisiesen caer, como si suplicasen que las agarres. Pero caen. Vértigo. Y tu sientes que no, no eres tú. Tu corazón se arruga como para escurrirse. Se encoge. Se encoge mucho. Y no es tuyo. 


domingo, 19 de enero de 2014

Derramada.

  Gritas desde dentro y te arañas. Das golpes y pataleas, lo que sea para avisar (y prevenir) que realmente sigues ahí. Que dentro hay alguien y si no sale es porque no puede.
  Gritas todo lo que puedas, hasta quedarte afónica y sin tu voz silenciada. Para que por lo menos uno sepa que lo que se ve es el reflejo y no la imagen. La esencia, la persona.

jueves, 16 de enero de 2014

Juancho Marqués.

Con la mierda hasta el cuello, salpicándome en la cara, escribiéndolo borracho, consagrado gilipollas. Con el brillo de mis ojos reflejando cementerios, con el rojo de mi sangre entre los labios, siento el griterío. El bullicio en este estado de conciencia, tengo dados que se juegan al cincuenta mi paciencia. Me lo sacaron del pecho, dejaron caducarlo, las tías me comieron todo el puto corazón sin masticarlo. No vuelvas cuando lo digieras, nadie me merece, me lo repito siempre cuando la herida me escuece. Con las ganas de escupir mi rabia y que esto cicatrice..acumular recuerdos es envejecer. Saturado de escribir mi daño, dedos presionan mi mente, los dos últimos años nada diferente. Cuando quiero es cuando sufro por la gente, le hablo a mi espejo "hijoputa cuida del de enfrente".

Que sí, que sí, que soy de esos que ven gris el arcoiris, no lucho por París si no por no estar killing me.


 No es por la fama ni por la moda por lo que subo un tema suyo. Son sus letras lo que te deja los pelos de punta. Realmente es bueno, y espero que llegue alto, altísimo. 
  Cómo escribes, Juancho...

Con los pies.

 Los mejores días, sin duda, son los lunes, miércoles y viernes. Lunes y miércoles sobretodo. Y no lo digo por los exámenes de química semanales ni la llegada del fin de semana. Lo digo porque esos días realmente vivo. Vivo, muero y revivo. Muerdo y callo. Grito. Lloro y respiro. También bebo agua fría. Caigo, me levanto y recaigo. Ruedo. Vuelo. Alto, muy alto. Y sueño. Abrazo, fuerte, muy fuerte. Me hago fuerte, es verdad. Y grito, ¿o ya lo he dicho antes? Da igual, grito más veces. Lluevo, del verbo llover. Nado. Galopo rápido, y despacio. Río, mucho muchísimo. Buceo. Escribo. Corro. Acaricio. Desahogo. Y qué bien sienta quitarse el reloj sin importarte la hora (ojalá el tiempo esos días se lo tomara con calma, y no pasase). También aprendo, y vuelvo a reír. Lloro, es cierto. Y cómo me enfado a veces. Aunque perdono. Mando y obedezco. Escribo. Escribo. Y pienso. Pero también escribo. Sin papel ni boli. Repito. Modifico. Copio. Salto. Cumplo. Deseo. Imagino. Acojo. Aunque sobre todo, todísimo, bailo. Bailo lo que más, y luego ya viene lo demás. Bailo y bailo. Joder, bailo.
  Y cómo sería la vida si se basase en eso, bailar. La vida sería felicidad, de la buena. Euforia mucha. Moratones más. Pero sería bailando.
  Al fin y al cabo, el tiempo que no bailo, es un sinvivir.
  Y yo quiero vivir.

jueves, 9 de enero de 2014

Las calles mojadas te han visto crecer.

Nota cómo sus puntas resisten cada giro, cómo eleva el pie derecho hasta estirarlo completamente y permitir que el dedo gordo soporte todo el peso. Cómo su rodilla izquierda se flexiona y estira cada vez más rápido, dando una velocidad a los giros casi elegante. Cierra los ojos para olvidar a los cientos de personas que están mirando hacia el escenario. Un escenario negro como las panteras -parece que ha estado esperándola- donde se encuentra ella. A los lados, un telón de terciopelo rojo está recogido por cuerdas color mostaza. En el techo los focos iluminan tenuemente, para que uno más grande ilumine a la bailarina, persiguiéndola por todo el escenario.
 Cierra los ojos y se centra en su respiración. En el roce de sus zapatillas contra el suelo, de sus brazos acompañando el aire. La música la atrapa, la escucha tan fuerte que le da la sensación de que va a borrar todos sus recuerdos. Va a barrer todo lo que tiene rondando en la cabeza. La va a ayudar a olvidar.

 Olvidar cómo ella, con sus diez años de edad, se encontró perdida por las calles de la ciudad. Llovía y no lo notaba, estaba empapada pero no le importaba. Quería buscar algo que la ayudara a dar fuerzas a su hermana de tres años, desnutrida y enferma. Cuando por fin, a las puertas de una farmacia encontró una bolsa llena de medicamentos caducados, pero no inútiles, corrió a su hogar con ojos triunfantes, alzando su trofeo en alto, para que todos vieran que sin ayuda había conseguido algo que valiera la pena.
 Su hogar, donde vivía, era pequeño, pero acogedor. Tenían varios vecinos que al fin y al cabo eran su familia. Llevaban en él poco tiempo, pues su familia de acogida las trataba tan mal que se hacía mejor vivir en la calle. Tres sofás mohosos colocados de manera cuadrada delimitaban el espacio de su casa. En las esquinas, cuatro palos sujetaban un plástico a modo de techo y pared, aunque en verano estar ahí dentro se hacía insoportable.
 Al llegar con la medicina, se dio cuenta que la espera había sido larga, y al ver cómo su hermana, todo hueso y poco músculo, estaba en brazos del vecino, con gotas saladas recorriendo su carita debido al lamento de este, intuyó lo peor. No quiso tocarla, le bastó ver sus enormes ojos abiertos, vacíos de vida, para ver que eso ya no era su hermana.

  Salto, salto, plié, rondellam, pa de buré.

 Estúpida ciudad de Madrid. Dos años tras la muerte de su hermana seguía sin techo y sin cuatro paredes en condiciones. Estúpida y sucia ciudad de Madrid. Era diciembre y se acercaba la peor época del año, donde niños de ojos brillantes no escondían su sonrisa, sorprendidos por las luces de Navidad agarrados de la mano de sus padres.
 A ella también le había gustado la Navidad, incluso había llegado a pensar que el 25 de diciembre, o quizá el 6 de enero, se despertaría con regalos a su alrededor. Ni un año esos magníficos y generosos magos le habían regalado nada. Sólo traían frío y poca comida. Estúpida ciudad y estúpida Navidad.

  Sus brazos se mueven como olas del mar. Con una fluidez que deja boquiabierto a más de uno entre el público.

 El día que los agentes sociales volvieron a recogerla, no pudo resistirse lo más mínimo. Llevaba dos días sin comer y había empezado a nevar. Esa noche pudo sentarse en una mesa y comer con cubiertos. No sabía lo que tenía en el plato, era una especie de potingue marrón, pero le sabía a gloria. A los pocos días le llevaron a una casa de acogida donde, en un principio, se sentía de maravilla. Fue a la semana, al encontrarse con las manos del hombre que la cuidaba recorriendo su cuerpo, cuando salió corriendo para vivir otra vez en la calle.

  Los piqués seguidos le salen sin problemas, y esta vez el tutú no se ha descolocado. Parece un sueño. Ni un fallo, ni un tropiezo. La música suena en su cabeza cada vez más alta. Aprieta los ojos, dejando que una lágrima recorra su mejilla. Se esfuerza por dejar que la música la acoja por completo, la ayude, realmente, a olvidar.

 Mientras bailaba en el último piso de un edificio abandonado imaginaba una vida normal. Una vida donde pudiera ir a la escuela y agobiarse por cada examen. Quería ser una niña de verdad, no de mentira como lo era ella. De mentira porque había vivido más que ninguna de las de ahí abajo, que, sumidas en sus burbujas de niñas ricas, se regodeaban de sus bolsos nuevos. Golpe a golpe había ido creciendo, poco a poco, hasta llegar a ser adulta con tan solo trece años de edad. Pero no quería serlo, la niña se aferraba fuertemente a su infantilidad. Ella bailaba y se inventaba el ritmo en su cabeza, a falta de radiocasete. Recordaba, paso a paso, cada consejo que su madre le proporcionó de baile. En ocasiones decía, y repetía, que cualquier baile llevado desde el corazón valía oro. Siempre que trasmitas lo que tienes ahí dentro, le decía, podrás conmover a cualquier persona. Siempre, siempre que se lo muestres, pues ahí dentro escondes mi mayor tesoro, y tu mayor arma. Entonces cerraba los ojos -cuando para ella cerrar los ojos no era literal, sino olvidarse de lo real, adentrarse en su interior- y transformaba las paredes que tenía a su alrededor, llenas de graffitis y a medio caer, en un aula con pizarra, o en una habitación con mesa y silla. Y a veces, sólo a veces, reconocía la necesidad de una verdadera familia, con la que disfrutar de un enorme árbol de Navidad inventado, junto a una chimenea inventada y miles de regalos inventados. 'Abría' los ojos, frenaba, y volvía a empezar las diagonales de piruetas, exigiéndose que dejase de soñar y se centrase en su realidad. Pero no podía, al fin y al cabo, tenía trece años y necesitaba soñar.
 Tras la sexta pirueta con los brazos en quinta, se encontró de bruces frente a una cara familiar.
  Giro en pasé.

 Era su padre, que la miraba con ojos enternecedores, viendo cómo su niña bailaba.

  Giro.

 De su mano, con lágrimas en los ojos por la misma razón, su madre la sonreía.

  Doble giro.

 Y entre sus piernas jugueteaba su hermana, de tres años todavía, soñando con poder bailar como su hermana mayor.
 Era ella la que lloraba. No podía reprimir ese nudo en la garganta y ese mar de lágrimas que brotaban de sus ojos. Lloraba tanto que de le escapó un sollozo. Rápido, de tapó la boca y salió corriendo, procurando no pisar las jeringuillas que algún grupo de jóvenes, o de adultos, habían dejado en el suelo. Corrió escaleras abajo y cuando salió a la calle siguió corriendo calle arriba, empujando sin querer a las niñas normales con sus bolsos normales. Las lágrimas le impedían ver con claridad. Corrió y corrió hasta perderse por la estúpida ciudad de Madrid. Calló rendida, todavía llorando, encogiendo se en sí misma y abrazando sus piernas. Lo que había visto no era verdad, ella estaba sola y nadie, nadie, la había acompañado jamás. Ni su padre, ni su madre, ni su hermana existían. No eran ellos. Estaba sola. Sola. Y sola. 

  Un golpe fuerte en la música advierte la llegada del final de la canción. Abre los ojos, a su manera, cristalinos todavía, mientras la música se desvanece y ella cesa el movimiento hasta acabar su coreografía.
 Con la respiración acelerada levanta la cabeza y descubre a todo un público en pie, aplaudiendo, algunos con lágrimas en los ojos, reconociendo su trabajo, transmitiendo a la bailarina de 19 años una sincera gratitud que ella, en silencio, transmite a su madre.