El segundero se repite. Me clava su voz -que por cierto, acaba de afilarla- en mis ojos. Que por eso los cierro. Que no quiero hacerle caso, que me dice que cada vez pasa más tiempo de aquello y se unen a su vez más segundos al montón de este tramo sinsentido.
No quiero hacerle caso porque eso significa asumir que no. Que no va a volver. El chico de antes digo; ¿ya os he contado que no soy la única con doble personalidad? Pues eso. Hay un chico de antes y uno de ahora. Y creo que me voy a callar y voy a dejar que el reloj siga doliendo y mis ojos sigan cerrados. Que por aquí ya sabemos que no voy bien.
No hay comentarios:
Publicar un comentario