Antes de opinar recuerda que tú has venido hasta aqui y que yo no te he invitado.

sábado, 18 de octubre de 2014

Idea

Me duele el alma, y esta vez de verdad. Es un dolor sin ganas. Un dolor seco, que no deja respirar, no deja vivir. Te deja sin fuerza. Creo que si se me callase un andamio encima, no lo notaría. Como cuando vas por la calle y alguien te empuja, o cuando te agarran porque vas a cruzar y el semáforo está en rojo para peatones. No caminen. No avancen. Pausa momentánea. 
Ojalá existiese un tipex para tachar, o borrar, momentos de tu vida. Para que no duelan... Creo que soy adicta al drama. Guay.
  Punto.
  No se escribir. No se por qué escribo. No se qué hago aquí. Hola, soy Coro, tengo 17 años y me veo atrapada en un tramo sinsentido, víctima de mi adolescencia tal vez. Ojalá. Eso significaría que esto va a acabar. Hay demasiado ruido y no encuentro el botón del volumen (silencio). Menú. Configuración. Idioma: que se entienda.
  Debería reírme. Estoy en clase de química escuchando la teoría de orbitales híbridos, y mientras yo escribiendo por la hibridación de mi cabeza. Irónico. La hibridación 'sp' corresponde a mi aspecto actual: ojos sin fondo, mirada ausente, ceño fruncido y oye, un par de granos que nunca había tenido en la cara. Cejas despeinadas. Hibridación 'sp2' para mi es mi habla. No se comunicarme con el resto. Hablo queriendo decir cosas coherentes, que de verdad tienen sentido, y consigo justo el efecto contrario. Palabras vacías. O quizá demasiado llenas. Los orbitales 'sp3' son como el orden de mi mente. Ninguno. Caótico. Ruidoso.
  Ring ring: muévanse.

jueves, 16 de octubre de 2014

Dibujo en letras.

  Quise dibujar el otro día una imagen que rondaba mi cabeza. Me olvidaba de las escasas dotes que tienen mis manos para el trazo. Decidí entonces dibujar de la única manera que me atrevo, escribiendo. (Bailando ya lo hice una vez).
  Mi obra que pudo ser y no fue es una habitación bastante caótica. No hay cama, si no un colchón en el suelo con las sábanas revueltas. Sobre ellas hay libros de todos los tamaños. Unos abiertos en prosa, otros color poesía. En algunos varias líneas estaban subrayadas, como si la que lo hizo quisiera resaltar esas frases. Para que no se olvidasen en la historia o simplemente para recordarlas ella. También hay hojas arrancadas y seleccionadas cuidadosamente por todas partes. Un trabajo realmente sorprendente. Y absorbente.
 El suelo está sucio, lleno de polvo mezclado con ceniza. Cristales rotos y latas de cerveza vacías. Dos ceniceros se asfixian por tantos cigarros amontonados. Son de liar.
En el suelo también hay jeringuillas. Y chivatos vacíos. Más hojas y más libros. Y un cuerpo. De mujer, tirado en el suelo. En una mano un lápiz sin punta, en la otra un libro escrito a lápiz sin ninguna página en blanco, excepto la última, con un sola línea: murió cuando quiso.

Lloviendo.

Creo que últimamente estoy en más Ginger que en Coro, y por lo visto Ginger tiene una tendencia a la autodestrucción notable, y seguramente diagnosticada. 

(Que ya a nada le veo el sentido, que ahora todo es más oscuro)

Epitafio: murió triste.

 Ella no era triste. Ella era tristeza. Mientras fuera llovía, se sentía protegida, veía cobijo en cada gota, y abrazos en la espesa niebla. Nunca lloraba con luz, temía que su cuerpo se declarase en sequía en pleno día, a pesar de su corazón empapado, chorreando a borbotones. Sólo cuando se encontraba sola -siempre estuvo sola aún estando rodeada de gente- sin nadie que pudiese presenciar la escena, lloraba desconsoladamente, vaciando su interior para no ahogar sus pulmones en una oscura tempestad.
 Los que la conocían presenciaban cómo iba desgastándose poco a poco. Sabían que lloraba al ver sus arrugadas e hinchadas ojeras bajo dos grandes pozos negros, y dos sendas rojas cicatrizadas en sus blancas mejillas (siempre estaba fría). Nunca vivió realmente en el mismo mundo que los de su al rededor. No encajaba, no comprendía (o no quería hacerlo). La tomaban por loca.
  Pobre de ella, que su único amigo era un libro de hojas blancas, sus únicos guías libros escritos por personas ajenas, muertas todas, y su único punto de apoyo una pluma con la que escribía día y noche.
  Cuanto más seca estaba la pluma, más tormenta había en su interior.