Antes de opinar recuerda que tú has venido hasta aqui y que yo no te he invitado.

viernes, 28 de junio de 2019

Bajo la misma sombra y a ritmo distinto

Ella quiso ser normal. Comenzaba el día levantando la persiana de la ventana de su habitación. Solo tenía una ventana. Tiraba fuerte de la cuerda y miraba a través de ella. Primero al cielo, necesitaba unos segundos antes de entrar en la rutina bajando la vista, viendo a todas esas personitas caminar a algún lugar pensando en otro lugares. Encendía el fuego de la cocina con cerillas, no sin antes errar dos veces con el fósforo, y posaba sobre él una gran cafetera. Mientras calentaba, se duchaba a contrarreloj y volvía corriendo a soplar bajo el café burbujeando. Ella parecía normal.

Caminaba sin rumbo aparente, le gustaba dar rodeos porque nunca le gustó ningún destino. Imaginaba mil vidas en las que ella era una ferviente partícipe del relato. Contemplaba las flores muy de cerca, se agachaba incluso para ponerse a su altura, y las horas se convertían en minutos. Los segundos en días.

Sentía avanzar del revés, viento en contra y un corazón a la deriva atado a una enorme roca en equilibrio. Pensaba muy fuerte para evitar entender por qué la vida del resto seguía un camino tan recto que daban náuseas del mareo. Se imaginaba pieza de puzzle, y no había manera de encontrar las colindantes. A veces pensaba que no vivía en la misma dimensión que el resto. Que algo falló en su proceso embrionario, y sus neuronas tomaron caminos que no debían tomar, serpenteando y doblando esquinas de  sendas no surcadas anteriormente. Que su corazón se fusionó con el resto del pecho, y por eso le picaban las costillas cuando sentía que un incendio se propagaba en su interior.

No soy de aquí, pensaba.

No encuentro a nadie para estar, sentía.

Ni lugar en el que descansar.

Pero de verdad, con todas sus fuerzas, ella quiso ser normal.

viernes, 21 de junio de 2019

Desde mi ventana.

Siete picos, un oasis, tormentas y aullares.

Te he visto vestir de cinco y diez colores en un día. Te he visto bailar, me has hecho reír y me has calmado. Te he visto luna. Me sujetaste frágil.

Te siento desnuda. Escucho tu cantar, notaste mis abrazos.

Viene y va, ahora y antes.

Desde mi ventana.



jueves, 6 de junio de 2019

La otra noche me imaginé reparando un tapiz

Escuché un rasgar, y lo que siguió aparece confuso. Polvo, tos y una realidad hecha una infinidad de fragmentos. Cayendo al suelo, esparcidos en la nada. 


Al principio no ví nada, no escuché. Sentí, sentí mucho. Y otra vez nada. Más polvo a través de una tenue luz, aparecida en rayos. Calma. Pensé que en cualquier momento empezaría a tronar. No fue así.

Dejé caer agua fría sobre mi cuerpo. Vi cómo una cascada caía bajo mis pies. Resbalaba asustada, sabiendo que caía con la ausencia de un suelo firme al final. Quise apoyarme en algo y no encontré nada. Comencé a perder el equilibrio y a comprender que, realmente, nunca lo tuve.

Aguja e hilo.

Sumida en ese enredo asfixiante de la nada materializada, encontré aguja e hilo. Y entendí entonces lo que debía hacer.

Reparo pieza por pieza y abrazo algo a lo que yo misma di forma. Algo.