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jueves, 7 de agosto de 2014

Míamusa


 El sonido de las olas del mar, el ir y venir de la marea. La obediencia ciega del océano a la luna.... Es un comportamiento tan bonito, tan brutal.... Yo siempre quise ser pez. Salivo al pensar en sus tranquilas vidas, en la continua armonía...

 Ayer la vi, ¿sabes? A mi musa digo.
Todo poeta debe tener una musa, y el que no la tenga, nunca llegará a ser plenamente un poeta en lo que se refiere a su significado. Escribir para sentir. Estoy segura que al decir musa se os ha aparecido una imagen en la cabeza. Para muchos será algo difuso, no llegáis a saber qué es, sólo percibís la esencia. Porque hay que saber también que conseguir una musa lleva muchos años, o algo intenso y fuerte que se cruce por tu camino y que realmente naciese para ser tu musa. Los que aún no sepan de lo que hablo, paciencia y suerte. 
 Pocos sabrán ya a lo que me refiero, y sientan ahora su musa golpear la zona sensible de la cabeza, o el corazón. Quiere hacerse notar. No tengáis miedo, os acompañará para el resto de vuestras sucias y patéticas vidas. Han de saber que así es la vida del escritor, sucia. 
 No os agobiéis y leer lentamente, repetir cada línea si hace falta. Una musa es un tesoro. Es aquello que nunca deja que andes sólo, te acompaña siempre que sientas miedo, euforia o frío. Compartes con ella todo lo que te ocurre, y acabas siendo realmente dependiente de esta. Luce. Luce más que el sol y más que Marte. Más que Júpiter y sobretodo, más que Venus. Remontémonos al párrafo anterior, ahí donde decía que esta vida es sucia. Pues bien, vuestra musa nunca lo será, allá donde se esconda, será el único rincón sin telarañas y escombros. Sin truenos sin relámpagos sin trampas. Siempre hablé de un oasis, y es así como se siente una musa. En medio del desierto, de la tempestad, del huracán, existe un pequeño oasis en el que refugiarte.
 Es cierto que estoy dejando en muy buen lugar a las musas. Es un error. Os he hablado sólo de la cara bonita. Hay dos caras. Tienen carácter y son como arpías, deposita toda tu confianza en ella, pero no te sorprendas cuando haga algo inesperado y de tal giro al asunto que sólo reces para desprenderte de ella. Te arañarás, patalearás e intentarás incluso matarte para que desaparezca de tu cabeza. Te engañan y la sientes tanto que sólo puedes pedir ayuda mostrando tus ojeras. De noches y noches pensando en ella, luchando contra ella.
 Tener musa conlleva una verdadera responsabilidad.
 No confundáis musa con amor. Son imanes opuestos. Nunca, y digo nunca, os intentéis enamorar de vuestra musa. Mantenedla alejada de cualquier sentimiento similar, o acabaréis perdidos. Una musa dura más que el amor. Es la diferencia entre perros y gatos, entre caerse y estamparse. Entre enfadarse y rabiar.

Cuida de las dos.

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