Antes de opinar recuerda que tú has venido hasta aqui y que yo no te he invitado.

viernes, 8 de enero de 2016

Borrador abril 2015

PRÓLOGO 

 Nunca sabes cuánto te afecta la sociedad en la que vives hasta que tu propia naturaleza, tu mente, te impide seguir por ese camino. Caminante no hay camino, se hace camino al andar... Qué equivocado estaba Machado, qué iluso. Claro que hay camino, bien grande y transitado.
 Un camino que te imponen desde antes de nacer. Qué bebe más bonita, qué guapa con su vestidito rosa. Qué gracioso el nene, con su escalectric y sus cochecitos. ¡Enhorabuena! Ya has entrado en el instituto, verás qué notazas sacas. Y muchísimas felicidades, graduada y ahora a la universidad, a elegir por ti misma. A ser libre... Que no os engañen. Cumplirás todo lo que te han enseñado, lo que has visto a lo largo de tu vida. Tu camino es el marcado por esta sociedad, la gran masa, y has de seguir sus pasos. Si no lo sigues... Quién sabe qué pasa si no lo sigues. 
 Me declaro víctima de todo ello. Yo me vi mona con mi vestidito, disfruté  ideando cocinitas para cuidar a mi bebe. Me pinté al llegar al instituto argumentando que así me veía guapa. Me vestí para gustar. No para gustarme. Sólo me gustaba si gustaba. Bebí por introducirme y decía tener más edad de la que me tocaba. A los catorce años y medio me acosté por vez primera con un chico, mayor que yo. Creí que eso era lo que tenía que hacer, complacerle y no pensar si quiera en mis intereses y en lo que yo sentía. Tampoco me molesté en pensarlo, lo tapaba con un gran muro de piedras. Seguí mi camino. El camino.
 Sobre esa edad comencé a sentirme mal conmigo misma, a no gustarme, a despreciarme. No comí ni salí. Me atacaba tanto la penumbra que chocaba en mi cabeza, como cuervos haciendo de mis sesos un manjar, cada vez que miraba un espejo. No me reconocía en él, y eso me asustaba. 
 Seguí tan bien los pasos de ese camino, que nunca tuve la oportunidad de elegir el mío, de conocerme y saber lo que me gustaba.
  Encontré a alguien, sin embargo, que calmaba los cuervos hambrientos que habitaban en mi cabeza. Los miraba a los ojos y los besaba, los achuchaba y jugaba con ellos. En sus pupilas encontré el reflejo de mi misma sonriendo. Reconocía mi sonrisa y reconocía mi ser. Encontré con ella la posibilidad de cavar una bifurcación que me alejase de la gran vía. Me sentí libre aún sabiendo que todo mi cuerpo eran barrotes de carne y hueso. Pude respirar.


1
Día 1

 Tienes un cuaderno de hojas blancas y bolis de tinta negra con los que ensuciarlas. Un por qué no te impulsa a hacerlo y buscas a dónde quieres llegar. Has decidido no escribir la fecha porque ello carece de importancia. Sí vas a contar los días, quieres otorgar una vida finita a tus escritos. Cavas un poco en ti y no sabes qué descartar y qué contar. Es mejor callarse cuando debes. 
 Sigues sin saber por qué empezar. Quizá por lo que te rodea. Por las formas de las caras de personas desconocidas. Has visto gente que ríe, en el sur. En el norte, donde la crisis no se nota y el dinero brilla en sus dedos, observas anonadada cómo sus labios tienen forma de arco que cae a sus pies. Natural. Te gusta observar, abres mucho los ojos cada vez que sales de casa, no quieres perderte nada. No te gusta formar parte de ello. A veces sí, pero prefieres dejar que el río siga su cauce, no vaya a ser que te caigas y no encuentres saliente para salir de él. Has visto también cómo hay gente que se ayuda y gente que no sabe que hay más como ella. Gente que vive con ojos sin vida. No comprendes cómo existe ese tipo de persona. No te cabe en la cabeza que el simple hecho de ser diminutas criaturas en un pequeño e ínfimo planeta, de asemejarse a una mota de polvo en este universo que nos engulle, no le quepa en la cabeza a otras personas. Todo es un rompecabezas. Tampoco sabes si lo que ahora dices mañana tendrá sentido. Si ha sido necesario esto o simplemente rellenas papel. Te gustaría, te encantaría, que tus palabras nunca cansasen. Que siempre aportasen algo a oídos sedientos de ellas.