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sábado, 6 de junio de 2020

Locura de mis días, alimenta mis noches.

Me encontraba en un basto barco bajo un cielo ennegrecido, tronando alaridos de mentes banales sin la pregunta en el eje de sus días, arrojándonos el agua que habría alimentado a sus raíces. Una multitud de personas, que parecían estar guiadas por esos cánticos, remaban a favor de corriente mientras se hinchaban con el agua que el cielo regalaba. Y yo, desconcertada a la par que enrrabietada, mientras me sacudía su estupidez, luchaba por remar en contra de la corriente.

Cada vez más pequeña.

Y ahí, en ese preciso instante, cu

ando todo lo demás seguía un mismo surco que yo me negaba a tomar, apareció ella.


Y remó en contra de la corriente.

Y el agua parecía resbalar por su piel, y caer.

Cantó conmigo nuevas ideas. Se alimentó conmigo de tierra, agua y fuego. De luz de luna.
Y aullamos.

No sé qué habría hecho sin ella... Perderme entre ese oleaje cuanto menos.


Pd: solo ella se habrá fijado en la palabra "basto" de nuestro pequeño relato.

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