Antes de opinar recuerda que tú has venido hasta aqui y que yo no te he invitado.

viernes, 29 de noviembre de 2013

De madrugada y bajo cero.

  Ese correr de las cosas. Esas prisas que tanto asustan y aún así uno lleva siempre a cuestas. Cómo sería todo si el tiempo no existiese. Si los segundos pasasen por el placer de uno mismo. Yo elegiría segundos como minutos, y minutos como segundos. Segundos más largos para poder encerrarme más tras mis barrotes. Más bien sumirme, esconderme en ellos, y poder trasformar lo de fuera en algo de aquí dentro. Algo no mejor, simplemente adaptado a mí, a mi egoísta forma de ver las cosas. Egoísta porque es para mi.
  Minutos como segundos para que pasen rápido, tanto que hagan daño, y te provoquen tal impacto que no te de tiempo a reaccionar. Como un aviso, ya que cualquier persona con razón de ser puede usar su tiempo como le plazca, y adelantarte tanto que le pierdas la pista. Y eso nunca es conveniente, porque en este mundo no llevar ventaja conlleva la sucia elección de tener que adaptarte al tiempo del primero.
 Y que no falten segundos sin sonido, ni minutos estruendosos. Sonidos silenciosos para no tener presente en todo momento la rutina cuesta arriba que tienes ante ti. Minutos sonoros para que, golpe a golpe, pueda recordarte que lo que realmente existe, y lo que realmente tienes que adaptar a ti está ahí fuera.
  

No hay comentarios:

Publicar un comentario