¿Alguna vez has sentido cómo te arrancan el corazón del pecho? ¿Cómo desaparece esa única cosa que te mantiene viva? Tampoco habrás escuchado el sonido de tus costillas romper, como ramas de un árbol sin vida. Su sonido es seco. Y después nada.
Siempre ando yo sola con mis demonios, pero hay veces que una mano amiga no está de más. Y qué curioso que siempre resulta ser peluda. Excepto Libre.
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